domingo, 7 de julio de 2013

RETAZOS DEL AYER IV: LA CANCHA DEL UNION

 Allá por los años 60 en Mallares, el fútbol estaba reservado a solo tres canchas de fútbol, la cancha del Deportivo, la cancha del Spartak y la cancha vieja, que era el lugar mas adecuado para practicar y jugar  fútbol, asimismo los equipos eran pocos, el Unión Mallares, el Deportivo Mallares, el Estrella Roja y el Spartak FC y el Liberal, lo que si habían eran jugadores de aquellos que dejaban el alma en la cancha, los días domingo eran un espectáculo muy festivo asistir a un partido de fútbol de aquel entonces, casi la mayoría de hombres trabajaba en la hacienda Mallares, en dos turnos de trabajo, a los gringos o sea a los hacendados también les gustaba el fútbol, para eso tenían la cancha del Deportivo a la que tenían proyectado ponerle gras, por iniciativa de la directiva del club Unión Mallares, le solicitaron al administrador de la hacienda, el ing. Fasbhender a que los apoye en la nivelación de un terreno que sirva como campo deportivo para el club Unión Mallares, esta cancha estaría ubicada entre los cerros de los Mauricio, los Sócola y los Farias. A la altura de la bajada que daba al sifón, habían unos pequeños cerros cubiertos de árboles espinosos, en la parte mas plana en épocas de cuaresma se sacaban huacos, en este lugar se pensaba hacer la cancha del Unión Mallares, poco tiempo antes ya le habían construido su local propio, el famoso club del Unión, que estaba ubicado a la derecha de la casa de la Sra. Lola, una vecina  muy conocida por sus famosos mondonguitos del día lunes, por la parte de atrás del club vivía  “el negro carro”, don Teodoro Talledo, una persona muy apreciado por el excesivo respeto que le demostraba a todas las personas, el local del Unión estaba construido de adobe con un techo de tejas a dos aguas o doble caída, seis impresionantes ventanas de madera le daba un aire muy ventilado, una puerta delantera de madera doble hoja, así como una puerta doble hoja que daba al corralón donde un tiempo dieron películas, en la parte de adelante había un corredor de ladrillo intercalado adornado con unas columnas que terminaban en punta y eran de cemento, la puerta de este corredor era una reja de fierro también doble hoja con los adornos clásicos de corazón y unas bolas de acero remataban el adorno, en la parte de adelante y a la izquierda estaba el mástil donde se izaba el Pabellón Nacional en los días festivos, dicho mástil era un tubo de dos pulgadas de grosor, unos cinco metros de altura, dos poleas chicas una arriba y otra abajo para poner la driza o sea la madeja para izar el pabellón y en la punta el romboide apuntando al cielo símbolo de que siempre iremos hacia arriba, el tubo del mástil estaba empotrado en una pirámide de ladrillo tipo escalera debidamente tarrajeada con cemento muy brilloso, a tres escalones, este era el nuevo local del Unión Mallares, al que después le agregaron varios muebles, unas vitrinas para los trofeos unas mesas,  para jugar casino, un juego de sapo, unas carabina para el tiro al blanco, así como unas bancas largas de madera para sentarse cuando hacían las sesiones, así se llamaban en ese entonces.

Después de varias gestiones donde intervinieron varios trabajadores del taller, Lalo Talledo, Medardo Nole, Manuel Silva, Nicanor Castro, Julio Tavara, Tomàs Mendoza, Santos Atoche, Federico Vásquez y hasta el Ing. Erick Burmester, lograron por fin que se inicie la construcción de la cancha del Unión Mallares, todas estas gestiones las hicieron ante el administrador de la hacienda el ing. Fasbhender, que envió el pool de maquinaria a empezar los trabajos de la cancha del Unión, Nico Ipanaque, Juan Yovera, Santos Calderón, y varios maquinistas de Caterpillar trabajaron en la nivelación de esta obra y se encontraron con una gran dificultad, una enorme roca de grandes dimensiones, una pilca que según aseguran los entendidos atravesaba unos doscientos metros, los tractores a punta de pura cantonera lograron partir algunos pedazos los suficientes para lograr nivelar el terreno, los trabajos se realizaban de día y de noche, algunos muchachos se acercaban a  juntar los pedazos de huacos que salían del suelo, cuando se logró terminar con la nivelación se pusieron los arcos, que en un principio fueron de madera, asimismo hicieron una tribuna en la parte que daba  al  cerro de los Sócola, una tribuna un tanto rústica pero de gran utilidad, al costado de esta tribuna había un espacio donde  jugaban los muchachos mas jóvenes que no tenían cabida en el equipo de los mayores, a esta canchita tiempo después le pusieron unos arcos de fulbito, también habían unas ramadas que servían para que vendan su chicha las vivanderas, principalmente la Nico Villegas y la Evangelina, en la parte de arriba en los cerros no estaba poblado todavia, desde la casa de los Sócola hasta la casa de Valentín Calderón, no había ninguna casa, en esta parte se paraban los hinchas a veces a ver los entrenamientos o los días domingo a ver los grandes partidos que allí se disputaban.

A partir de ese tiempo la gloria del Unión Mallares, crece como la espuma , en toda festividad que había en los pueblos aledaños era el principal equipo invitado, pues se sabia que cuando jugaba el Unión la calidad y el pundonor deportivo estaba presente, los principales jugadores que tenia el Unión en ese tiempo era un señor arquero Godofredo Atoche, uno de los mejores arqueros que ha tenido Mallares, Carlos Luna, el famoso zorro calín, dueño de una velocidad endiablada una vez que picaba la pelota delante de él, salía embalado como una flecha y no había quien lo parara, la fuerza de las empalmadas de Chabelo Mauricio, un defensa como pocos con una facilidad asombrosa para desde lejos empalmar unos violentos taponazos que no había arquero que los tapara, la serenidad de Juan Luna, el dribling endiablado de Abrahán Zapata, que cuando cogia la pelota era muy difícil que se la pudieran quitar, la precisión matemática de los pases del pelao Díaz, acompañado del  “borracho” Santos Castillo, quien venía desde Vista Florida a jugar por el Unión, la picardía de Valdo Ávila, la tranquilidad de Carlos Prado, mas conocido como catimba, la fuerza de los cabezazos de Fernando Luna, el empuje y quimba de Alfonso Luna, el popular culón Luna, la inteligencia de Oscar Silva para crear unas jugadas de lujo, a este equipo también lo reforzaba a veces algunos jugadores de Sullana,  Picos Sunción, Peña del Rosario, en este equipo había unos suplentes muy buenos, Floro Zapata, Pedro Valladolid, el botella, un buen arquero, Lisandro Talledo, asimismo ya había pasado una legendaria generación de jugadores,  los cuales no tuvieron  la oportunidad de demostrar sus innegables cualidades en la cancha recién hecha, por ejemplo Victor Talledo, el mellizo, el conde Ordinola, Lalo Talledo, Andrés Valladolid   Nicanor Castro, Víctor Mena, Julio Arrese, Pachucho Castillo, Rosendo Silva, el chayo, Pedro Valladolid, el rata,  dueño de un corte exquisito en el manejo de la pelota, Petronio Luna,  ellos no tuvieron la oportunidad de demostrar sus dotes futbolísticas en esta hermosa cancha y si lo hicieron fue cuando ya estaban terminando sus carreras deportivas. El  arco este estaba hacía los cerros de los Farias, en ese lado por ser bajada de unas quebradas crecían unos árboles muy espinosos por eso cuando algún balonazo hacia que la pelota se saliera de la cancha era, un martirio para los arqueros ir a recogerla por la cantidad de espinas que habían, eso sí habían unos caminos bien marcados para el paso de los burros y caballos que utilizaban los trabajadores para ir a laborar a sus secciones, ningún animalito pasaba por la cancha, la tribuna estaba al lado norte, hacia el lado del cerro de los Socola, aquí bajaba un camino que llegaba a un pase de palos, donde se entraba a los sembríos de algodón, el camino seguía hasta la compuerta que no era otra que el sifón o el hueco el lugar preferido para bañar, antes de llegar a ese pase de palos, casi al frente había un árbol inmenso y viejo que tenia una forma de mesa, donde llegaba el lechero a vender la leche de la hacienda, primero Tomasito, después el negro Luna, estos señores eran los lecheros de la hacienda que venían primero  en burro después en tractor por la carretera vieja, por la otra parte en el arco oeste, es decir por el lado de los Mauricio, también había un camino que bajaba y al final se dividía en tres, uno que bajaba por el corner de la cancha, otro que llegaba a la carretera vieja por atrás de un pequeño cerro, por donde un día se volteo el tractor que manejaba Valentín Socola y el otro camino llegaba a la otra entrada que había para llegar a otra compuerta, donde se repartía el agua para la Sección Tercera y para el Guayabo, el lado sur de la cancha daba a la carretera vieja y los sembríos de algodón , aquí también habían unos árboles chicos y grandes, unos estaban pegados casi al corner, eran grandes y frondosos de uno de estos árboles se cayo un día 20 de Enero de 1974, Nico Castro por tratar de cortar unos palos para hacer leña, por este lado de la cancha a veces los equipos que iban ganando, lanzaban la pelota a propósito con el fin de hacer tiempo, estos árboles también servían como camerinos para los equipos que venían de otro lugar, en esta lado del corner en la parte alta estaba la explanada donde estacionaban los carros de los señores que llegaban a disfrutar de una tarde futbolística, la góndola de Ricardo Atoche con sus amigos los Ávila de Sullana, de la góndola sacaba unos banquitos de madera y una perezosa para ver el fútbol mas cómodamente, al lado izquierdo del arco del lado oeste, bajaba un camino que utilizaban los jugadores del Unión cuando bajaban ya cambiados de uniforme, este cambio lo hacían en el club, con el Sr. José Crisanto Quezada a la cabeza como su entrenador, con el uniforme crema y la U en el pecho de color rojo, hacia que se viera un equipo lleno de colorido y alegría y aunque en este tiempo el uniforme era de tela no por ello se notaba la distinción de los colores.

En la cancha del Unión se vivieron grandiosas y gloriosas historias de fútbol, de ese fútbol de antaño, donde el amor a la camiseta era la principal característica de los jugadores que se daban íntegros por sus colores de principio a fin, aquí se jugaron importantes partidos de fútbol con equipos que vinieron de diferentes lugares de la región, y también habían grandes apuestas, vinieron  de Saman, La Golondrina, Monteron, Vista Florida, Mallaritos, Marcavelica, Sullana, Sojo, Jibito, Cerro Mocho, Tangarara, Tamarindo, Monte Lima, Talara, Paita, Paccha, Alto Grande, con el tiempo ya no se pudo traer equipos de otro lugar porque resultaba muy caro, asimismo aparecieron equipos que su finalidad era jugar en la cancha del Unión, como el Juventud Nacional, Deportivo Cali, Estrellas Juveniles, KDT Nacional, Los Intocables, La Academia.

En los años 70 basados en la legendaria participación de la Selección Peruana en el mundial México 70, con los Cubillas, Sotil, Perico, Gallardo, Chumpigolazos, Challe, Cachito, Baylon y otros tantos, los muchachos del pueblo empiezan a aparecer con mas brillo en los partidos así también empieza el declive de una excepcional generación de jugadores que escribieron las mejores paginas del fútbol en nuestro pueblo, ya destaca Marino Luna, Lisandro Talledo, Carlos Calderón, el popular Meca, uno de los primeros volantes mixtos que hubo en el fútbol de nuestro pueblo, dueño de una elasticidad impresionante, Tomas Mendoza, el popular cachute, Julio Arrese, hijo y así por el estilo aparecen muchos jóvenes valores, que con el transcurrir del tiempo serian las futuras figuras del fútbol y así la cancha del Unión fue fiel testigo del paso de estos jugadores acrecentando su fama,  además las otras canchas pocas veces eran utilizadas para los partidos de fútbol.

En la época de la Revolución de Velasco, de la Reforma Agraria, Reforma Educativa, los patrones ya no estaban al mando de las haciendas, eran los propios trabajadores los que administraban las tierras, el tiempo cambio, pero la cancha del Unión, siguió siendo la misma, con la ansiedad de ver a los muchachos correr y correr detrás del balón, algunos mas dotados que otros para el fútbol pero todos buscaban la victoria, enterrando el uniforme y hasta el sudor  por ver a sus equipos ganadores, un día de entrenamiento en esta cancha era mas o menos así, después de las dos de la tarde por la cancha pasaban niños, jóvenes y adultos que se iban a bañar al sifón o el hueco como más se le llamaba, el baño en realidad era una diversión total y duraba hasta las cuatro o las cinco de la tarde, tal era la remojada que cuando salías del agua quedabas cenizo o mohíno  y así llegabas a la casa. Aproximadamente a las cuatro y treinta bajaba el entrenador con dos sacos de pelotas, debidamente enceradas, para que la tierra no malogre los hilos de las costuras, el Sr. Quezada con una malla en la cabeza, llegaba  se sentaba en unas piedras que habían detrás del arco que daba al lado oeste, posteriormente cuando tumbaron los caserinos, trajeron unos troncos grandes que servían de asiento, los jugadores iban llegando de a uno se cambiaban y empezaban a pelotear en el arco oeste, algunos chiquillos que regresaban de bañar se quedaban a jugar en la cancha auxiliar que había al lado de la tribuna, a estos jovencitos no se les estaba permitido entrar a la cancha grande, como se le decía, hasta que  fueran llamados por el propio Sr. Quezada también bajaban algunos directivos, en el cerro se  quedaban los curiosos viendo el entrenamiento, en la parte posterior de la casa de la Inés Reyes, por el lado de los Sócola se quedaban mirando los alumnos que salían del colegio del turno de la tarde porque se estudiaba mañana y tarde, el entrenamiento era básico trotes , flexiones, estiramiento, saltos, piques, vueltas alrededor de la cancha ,  por otro lado los arqueros sudaban la gota gorda tratando de ganar mas elasticidad en cada intervención que tuvieran, esto era el aspecto físico, en el aspecto técnico paradas de pelota, parada de pecho, tiros al arco, donde había que sacar la pelota de unos pequeños huecos que hacían con tierra, triangulaciones, dominio de balón, en el aspecto táctico jugadas en los corner, ubicación, jugadas en los tiros libres, en fin era una secuencia básica de entrenamiento, aun no había aparecido la gimnasia con tecnología en apoyo al deporte  y si en algún lugar ya había por estas tierras  aun no había aparecido y de esta simplicidad de entrenamiento salieron grandes jugadores con inigualables cualidades, es a partir del año 75 que los grandes jugadores del Unión Mallares prácticamente dieron paso a las nuevas hornadas de jóvenes jugadores que ya tenían su espacio y querían demostrar también sus cualidades, y la cancha sintió la nueva sangre de juventud que empezaban a buscar su trayectoria en el fútbol.

Un día domingo de fútbol era un acontecimiento muy especial, principalmente si jugaba el Unión Mallares, desde temprano la gente hacia sus cosas para tener tiempo disponible e ir  a la cancha, en la mañanita iban al tambo a comprar la carne, algunos salían al campo a buscar la hierba para sus animales o a traer leña para que cocinen sus esposas durante la semana, mientras las mujeres se preparaban para ir a  la misa con su basquiña en la cabeza, sus vestidos largos y oscuros y un rosario en las manos  que simbolizaban el respeto hacia la fe, en el club del Unión el movimiento era constante un grupo de directivos se reunían en la parte delantera del club y se dirigían al campo deportivo, es decir a la cancha para empezar a marcar la cancha y poner las mallas en los arcos, llevaban para tal efecto unas madejas que estiraban de punta a punta en las esquinas de los corners, por encima de las madejas se pasaban la zapatilla o baqueta para que las rayas fueran gruesas y visibles, luego se iba lanzando yeso o tierra blanca o ceniza en último caso con tal de que las líneas se notaran y los árbitros no tengan problemas a la hora de cobrar sus fallos, seguidamente se colocaban las mallas en los arcos para que se puedan ver con claridad cuando se hacían los goles, así también se ponían banderines en las esquinas de los corners,  cuando terminaban de rayar la cancha, la cual por cierto se veía muy alegre por los adornos que le ponían, los directivos se dirigían al sifón a darse su baño respectivo y comentando de cómo seria la tarde deportivo regresaban a sus casas, no sin antes darle un vistazo desde la parte de arriba del cerro para ver como había quedado su trabajo, una vez que daban la conformidad recién  daban por terminada su tarea.
Por lo general los partidos empezaban a las dos de la tarde, y eran los niños los que empezaban a llegar mas temprano que los demás, poco a poco se iban acercando las personas mayores, algunos bajaban a los bordes de la cancha otros se quedaban en los cerros mirando los partidos, cuando empezaba el primer partido era poca la algarabía y solo cuando había un gol se notaba una pequeña corriente de alegría y entusiasmo que duraba poco hasta que hubiera una situación que amerite una estruendosa ovación o una rechifla fenomenal, al termino del primer tiempo algunos se acercaban tomar su chicha a los puestos de venta que habían, y los jugadores que tendrían a cargo el encuentro estelar se disponían a cambiarse y ponerse el uniforme respectivo, en este caso el equipo del Unían Mallares se cambiaba en su club y solo estaba permitido entrar a los jugadores, cuerpo técnico y directivos, en la cancha comenzaba el segundo tiempo ya las barras se calentaban un poco ya habían gritos destemplados por aquí y por allá, no faltaban los que pedían el cambio de algún jugador, en esto la barra era muy exigente, y de esta manera terminaba el partido preliminar, la gente se preparaba para ver el partido de fondo y los comentarios no se hacían esperar todos ya tenían un resultado, nadie dudaba de un triunfo del Unión, el sol brillaba en un cálido atardecer que presagiaba un resultado favorable, hasta los sembríos de algodón que verdeaban en el campo se mecían suavemente al ritmo del viento que corría, primero con poca fuerza pero era seguro que luego correría un fuerte viento que haría que el balón corra con mas velocidad y favorezca al equipo que estaba a favor del viento, pero eso era lo de menos ya los jugadores estaban acostumbrados a jugar contra el viento, cuando los jugadores del Unión Mallares acompañados de su entrenador el Sr. José Crisanto Quezada y de don Fernando Agurto como el utilero principal del equipo,  bajaban por el caminito que daba al corner del lado izquierdo del arco oeste y entraban a la cancha la ovación no se hacía esperar, luego entraba el equipo visitante y algunos aplaudían porque la cortesía si existía en ese entonces, una vez que comenzaba el partido, también comenzaban las apuestas, algunos hinchas fanáticos se acercaban a la parte posterior de los arcos para incomodar al arquero del equipo contrario, los gritos del entrenador eran constantes indicando los movimientos mas adecuados para que el triunfo sea seguro, Quezada a sus jugadores y les exigía en cada jugada, vaya zorro, vaya!, suelte Abrahán, suelte!,  así también las felinas atajada de Godo Atoche eran aplaudidas por el publico, en  cada jugada ponían el alma los jugadores porque sabían que jugar y defender la camiseta era tan importante como defender la propia vida, al final un resonante triunfo del Unión Mallares, y la gente se retiraba contenta hacia todo tipo de comentarios acerca del partido y de este o de aquel jugador, una vez que se retiraba el publico algunos directivos se quedaban sacando las mallas de los arcos, ya hasta allí no había ni señas de las rayas de la cancha, todos se retiraban eran aproximadamente las seis y treinta, algunos se dirigían a la casa de Santos Atoche, allí la Sra. Digna Villegas esposa del Sr. Atoche, se encargaba de atender al público que llegaba y pedía sus jarras de chicha, unas jarras blancas de loza grandes y con una agarradera que era por donde se sostenía y un pico adecuado para verter la chicha, luego llegaban los piqueos, principalmente de carne aliñada o de cabrilla fresca, o el encevichado de pescado salpreso, todos los reunidos comentaban del partido, mención aparte merece el entrenador, porque ayudaba a las cocineras pues era un experto cocinero y además una persona cordial, culta, respetuosa lo que hacia que se le tuviera una estima especial. Todos disfrutaban de su alegría pero nadie se acordaba de que, sino era por ese pedazo de terreno que había sido transformado en cancha estas vivencias no hubiesen existido, la ingratitud de la gente hacia la cancha del Unión duro tantos años que fue necesario que venga un fenómeno del niño en el año 1983 y la destruya para que recién se acuerden de que existía, pero tanta vigencia se perdió, porque  ya no estaba esa generación de personas que hicieron que el fútbol brillara con tanta intensidad en nuestro pueblo, después de arduas gestiones se logro rehacer la cancha del Unión, pero así como a las personas que se les abandona, así debió sentirse porque nunca más fue el centro de atracción que tuvo entre los años 1966 hasta el 1982, teniendo su época de oro entre el 68 y el 77. Así también el equipo  ya no tuvo el respaldo de una directiva que lo haga participar en actividades deportivas con mas frecuencia, incluso el club se empezó a destruir con el paso de los años y por necesidad de los vecinos de utilizar parte del terreno para construir sus casas, quizás llegue un día en que se pueda vestir de colores los cerros colindantes a la cancha del Unión, con la asistencia del pueblo a espectar partidos de fútbol como era en antaño,  hoy el club Unión Mallares, tiene un equipo de fútbol participando en la Liga Distrital de Fútbol de Marcavelica, en Primera División, pero por esas cosas del destino no tiene una participación que iguale a esas generaciones de jugadores que hicieron vibrar a un pueblo con sus alegrías, quizás la falta de presupuesto, el escaso conocimiento dirigencial, o tal vez la poca visión de tener los verdaderos baluartes en la cancha sean el principal impedimento para ver renacer de sus cenizas al equipo del Unión Mallares, en su cancha, la famosa cancha del Unión, para reverdecer los laureles de antaño es necesario una profunda reflexión, ¿ que nos falta para que las cosas salgan como debe ser ? acaso unidad, acaso humildad, acaso abrir las ventanas de la tolerancia `para comprender todas las ideas que vengan con su alegría y con su buena intención, la cancha del Unión siempre estará esperando.  El equipo dueño de la cancha del Unión es el Club Social y Deportivo Unión
Mallares fundado un 23 de Diciembre de 1933.
Este pequeño reconocimiento a un lugar tan lleno de historia como es la cancha del Unión, tan querida por todos los que  disfrutamos del fútbol, no es sino un recuerdo de gratos momentos que todo un pueblo vivió en su momento, es necesario volver la visión a este pedazo de tierra que nuestros padres o nuestros abuelos en algún instante de sus vidas compartieron con la alegría propia de su juventud y vigor, hoy la cancha del Unión esta sola y abandonada, que estamos esperando para hacerla participe de nuestro presente.              
                                                                    

 Autor: Nicanor Castro García